
Al marcar las doce de la media noche del Viernes Santo, en Cabral, en la región Suroeste, el silencio nocturno es roto por el estridente sonido de un látigo. En las calles semi oscuras puede verse salir de entre las sombras a unas figuras con disfraces con alas de murciélagos y caretas multicolores adornadas por musicales cabelleras de papel vejiga. Es una madrugada que la gente duerme y entre sueños escucha el feliz repiquetear de los fuetes y sabe...